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Ficha Técnica
Producido por Eduardo Rivero Dragonetti
Grabado y mezclado por Gustavo De León entre el 17 de abril y el 9 de mayo de 2013 en los Estudios Sondor de Montevideo.
Foto de carátula y diseño gráfico: Pablo Meneses.
Foto de la sesión de grabación: Analía Camargo.
Producción ejecutiva: Ángel Atienza
Músicos participantes:
Eduardo Rivero Dragonetti: voz principal, guitarras, pandereta, arreglos de guitarra.
Darío Iglesias: piano, mandolina, armónica y pandereta, arreglos de mandolina y piano.
Eduardo Vila: contrabajo.
Michele Gaglione: voz invitada en “Tamurriata nera” y “Caravan Petrol”.
Blanca Rodríguez: voz invitada en “Piccolissima serenata”.
Agradecimientos:
Agradezco a la señora Cónsul de Italia en Uruguay, Dra.Cinzia Frigo por su trascendente y decisivo apoyo a este disco, al Profesor Michele Gaglione por sus múltiples enseñanzas y su dedicación al entrenarme en el arte de la pronunciación napolitana y por su intermedio a la Scuola Italiana Di Montevideo, a Gustavo De León por su sapiencia técnica y su amistad, a Ángel Atienza y Perro Andaluz por su confianza, a Darío Iglesias por su amistad y sus ideas, a Eduardo Vila por su amistad, su contrabajo y por el audio en vivo, a la Sra. Susana Trías y el Departamento de Cultura del Argentino Hotel de Piriápolis cálidos anfitriones de estas canciones, a Blanca Rodríguez por su amabilidad y en forma muy particular a mi esposa Giovanna, ya que sin su amor y su aliento nunca hubiera vivido la emoción de cantar estas canciones.
Dedicatoria:
A mis italianos inolvidables: mis abuelos Dragonetti, Raffaele y Nappi, María, mi madre Dragonetti Rosetta y mi tío Dragonetti, Antonio.
Mis nuevos italianos: mis suegros Papa, Pasquale y Mastantuoni, Mariantonia, mi esposa Papa, Giovanna y mis cuñados Papa, Antonio y Papa, Francesco.
A nuestros parientes en Italia:
Bravo, Giovanni, Bravo, Gerardina, De Lucia, Raffaele y Papa, Francesca.
A Susana, Fernanda y Alejandra para que no olviden nunca de donde vienen.
A mi padre, Eduardo Rivero Serra, siempre cercano a mis italianos y a mi corazón.
A Cinzia y Michele.
El sueño de una vida
Nací escuchando estas canciones. Mis recuerdos más antiguos me llevan a la cocina en una casona de Pocitos, donde mi madre Rosetta y mi abuela María las cantaban mientras daban vida a las exquisiteces más increíbles, y a la mesa del comedor, donde mi abuelo Raffaele las cantaba mientras revisaba sus planos de electricista. A los tres o cuatro años, visitando un pesebre en la Iglesia de la Aguada, en Montevideo, ví llorar a mi abuelo al escuchar las estrofas de “´O surdato ´nnammurato”. Ese mismo abuelo que había defendido a Italia en la Primera Guerra Mundial. Escuchando esas canciones y presenciando no pocas discusiones en sonoro dialecto, al que apelaban cuando el clima se caldeaba, aprendí que lejos del “aquí” montevideano, existía un “allá” ubicado en una tierra mítica, detrás de un océano inmenso, en un pueblito llamado Vietri di Potenza, en la región Basilicata ubicada en lo profundo de la Italia meridional. De a poco fui adquiriendo conciencia de que se podía ser absolutamente uruguayo, y a la vez profundamente italiano. Desde la más tierna infancia estas letras y estas melodías se metieron en mi corazón para no salir nunca más. Estas canciones, hasta hoy, son además mis abuelos siempre vivos, y me traen el verde intenso de los ojos de mi abuela y la bondad y honradez sin fisuras de mi abuelo; mezclándose con la música viene además ese acento italiano inconfundible con el que ambos hablaban.
Si hay una fecha clave en mi vida, esa es la del 6 de mayo de 1980, cuando me bajé en Venecia de un tren que había partido de París y empecé a cerrar un círculo trazado con la nostalgia de mis mayores y mis ilusiones del conocer el lugar de nuestro origen. A los pocos días, ya caminaba por Vietri di Potenza, conociendo familiares, recibiendo el impacto emocional de estar allí, donde nacieron mi madre, mi abuela y mi tío Antonio y donde mi abuelo-nacido en Potenza, capital provincial-conoció a mi abuela y se casó con ella. Pequeño, bellísimo pueblito desde donde emigró mi familia al Uruguay en el lejano 1930. Afortunadamente, otras tres visitas a Italia ocurrirían en los años siguientes. En una de ellas, mi inolvidable padre- único uruguayo entre mis mayores- y yo, acompañamos a mi madre en su retorno al pueblo natal. En ese viaje, una mañana de mayo de 1982 mi madre entró a una disquería en Roma y compró para mí un disco que reavivó mi interés por la canción napolitana, llamado “Concerto grande per Napoli”, que llevé en mis auriculares viajando por Italia de sur a norte, y que incluía algunas de las canciones de este disco como “Malfemmena” , “Guapparía” y “Tammurriata nera”. Fue una señal hacia el futuro.
En 1993 canté por primera vez dos canciones napolitanas en vivo, “Parlami d’amore Mariú”, y “Comme facette mammetta?”en un pub de Montevideo donde realizaba un espectáculo junto a dos nombres legendarios de la canción uruguaya: Eduardo Darnauchans y Jorge Galemire. Los críticos y el público se mostraron sorprendidos por la belleza y energía de esa música. Y es que pocos aquí conocen a fondo la canción histórica napolitana, de fines del siglo XIX y principios del XX, vehículo de difusión del alma de Italia en el mundo. La Italia unida , sin sur o norte, la única que en realidad existe. Me propuse, a partir de allí, estudiar esa música que me emocionaba como ninguna , aprender a cantarla y, por cierto, difundirla en Uruguay.
En ese 1993, como si no bastara con mi sangre italiana directa, sumé a mi vida el origen en la Italia meridional de mi esposa Giovanna, mis suegros Antonietta y Pasquale y mis cuñados Antonio y Francesco, venidos al Uruguay en 1963 desde Santa Maria a Vico, Caserta.
Muchos años después, tendría el inmenso honor de cantar para el Consulado de Italia en tres fiestas del 2 de junio en la Casa degli Italiani de Montevideo. También realizaría, en 2011, un espectáculo completo de música napolitana en la Scuola Italiana di Montevideo y asimismo presentaría ese espectáculo en el invierno de 2012 y el verano del presente 2013 en el bellísimo Salón Dorado del Argentino Hotel de Piriápolis por primera vez ante un público no únicamente italiano, lo que también ocurrió en diciembre de 2012 cuando canté “Parlami d’amore, Mariú” en la gala de fin de año del semanario Brecha en el Teatro Solís.
Con la ayuda de mi esposa Giovanna y la santa paciencia de mi amigo, el profesor Michele Gaglione, napolitano de nacimiento, pude perfeccionar hasta donde es posible para alguien nacido aquí, la intrincada pronunciación del dialecto napolitano. Algún error se colará y por ello, pido disculpas. Y así llegué a este disco, que cobra vida gracias al emocionante e invalorable apoyo de la Señora Cónsul de Italia en Uruguay, Cinzia Frigo, quien haciéndome el alto honor de apoyarme, entendió mi sueño de hacer un homenaje a mi origen, y a la vez un tributo a esa música napolitana hermosísima. Pero además, Cinzia ha comprendido que al cantar estas canciones vuelvo a tener conmigo a todos mis italianos. Ni en mi más loco sueño hubiera imaginado que haría un disco de estas características, y mucho menos con el apoyo oficial del Consulado de Italia. Pienso en lo orgulloso que estaría mi abuelo, que adoraba a su patria, si supiese esto.
Antes del jazz, el tango, el bolero, o el samba brasileño, ya reinaba en el mundo el impresionante tesoro de la canción napolitana, de autoría de genios de la melodía. Las canciones napolitanas de este disco van de lo baladístico, de etérea belleza como las increíbles “I´ te vurría vasá” ”Luna Rossa”, “Parlami d’amore Mariú”, “María, Marí´”, “´O marenariello” o “´A vucchella” y “´O surdato ‘nnammurato”hasta aquellas más ágiles, y plenas de humor como “Tammurriata nera”-que ironiza sobre la aparición de hijos de raza negra de madres italianas que decían desconocer lo ocurrido, tras el desembarco de los soldados norteamericanos en la Segunda Guerra Mundial- “Caravan petrol”-del gran Renato Carosone, autor de la famosísima “Tu vuo fa’l’americano”- “Comme facette mammetta?”, “Guapparia” y “Malafemmena”-de autoría del gran actor Totó, según algunos escrita por despecho ante el desdén de la diva de cine Silvana Pampanini-; también “Funiculi´ funicula´” una sencilla canción con la mágica cualidad de ser himno no oficial de Italia célebre todo el mundo. La mayoría están escritas en dialecto napolitano; sólo los textos de “Parlami d’amore Mariú” y “Piccolissima serenata” están cantados en italiano “formal”. La canción histórica napolitana puede ser abordada o bien en salas de concierto por poderosas voces líricas o bien como las canciones populares que en realidad son. Algunos tenores han incursionado en este repertorio por esta parte del mundo. Pero una interpretación baladística y a medio voz prácticamente no ha existido en Uruguay. Es, sin dudas, el primer disco de música napolitana grabado aquí. Un disco, además, de interpretaciones vocales donde la media voz y hasta el susurro tienen lugar, y no sólo la potencia lírica. Las orquestaciones son deliberadamente sencillas: estas canciones brillan con luz propia del mismo modo que una pintura sigue siendo conmovedora aunque se le quite el marco, por lujoso que sea. En muchos casos una única guitarra y una voz lo dicen todo. En otros momentos, algunos grandes músicos han aportado contrabajo, piano, armónica, mandolina, flauta y percusión. Hasta escuchamos una cajita de música que mi padre le regaló a mi madre el día de mi nacimiento. Es además, un disco de cruce de culturas, donde lo napolitano se acerca a lo rioplatense; por ejemplo “Malafemmena” está tocada en tiempo de milonga, un ritmo que sólo existe en Argentina y Uruguay. Me quedan, finalmente, dos interrogantes: ¿el disco hará justicia a aquellos autores? Y además: ¿volveré alguna vez a Italia?
Eduardo Rivero Dragonetti
Montevideo, mayo de 2013
Más información: facebook.com/eduardo.riverodragonetti |
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