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Preludio y Fuga en sol menor BWV 535
10) Preludio
11) Fuga
12) Coral “Du Friedefurst, Herr Jesu Christ” BWV 1102
13) Coral “Liebster Jesu, wir sind hier” BWV 754
Concierto en la menor - Bach/Vivaldi BWV 593
14) Allegro
15) Adagio
16) Allegro
17) Coral “Gott ist mein Heil, mein Hilf und Trost” BWV 110
Ficha Técnica
Grabado los días 8 al 10 de abril de 2013 - 5 y 6 de julio de 2014
Técnico de grabación y edición: Luciano Torani
Órgano Dom Bedos – Roubo construido por Barthélemy Formentelli (Verona) en 2008.
Agradecimientos: P. Luigi Aquilini, Maestro Filippo Tigli, Philippe Ecklin, Barthélemy Formentelli, Mariantonietta Scopigno, Luciano Torani, Jaime Camps.
Diseño gráfico: Pablo Meneses
El órgano de Santo Domenico en Rieti tiene una historia particular. Fue construido por Barthélemy Formentelli y terminado en 2008, siguiendo con toda la precisión posible los planos dejados por Dom Bedos de Celles, monje benedictino francés que vivió entre los años 1709 y 1779. Dom Bedos fue un destacado constructor de órganos y dejó un monumental tratado sobre ese arte, titulado “L’art du Facteur d’orgues” (1760) que es todavía la base de muchos otros libros sobre el tema, además de una fuente de invalorables datos sobre el arte de la construcción de órganos en el siglo XVIII. Su obra más conocida es el célebre órgano de la Iglesia de la Santa Cruz, en Bordeaux, que fue tomado por Formentelli como modelo para el de Rieti. Este instrumento es considerado actualmente una obra maestra de la organería francesa, y sirvió de base para la redacción del tratado. Existe otro hermoso instrumento de su fabricación en la Basílica de Montpellier. El diseño de la caja del instrumento fue realizado de acuerdo con el tratado de Jacques André Roubo, también conocido como Roubo le Fils, “L’art du Menuisier” (1770). Las indicaciones de ambos tratados fueron respetadas en cada detalle, y esto incluyó las magníficas tallas de la fachada, que estuvieron a cargo del maestro tallador Sergio Bellani, de Bovolone (Italia).
El resultado es un enorme y bellísimo instrumento de 57 registros en cinco teclados y pedalera, con una estética sonora correspondiente a la de los órganos franceses del siglo XVIII, que además de haber sido usado en varios conciertos y grabaciones (además de las presentes, el CD Nº 14 de la integral de las obras de J.S. Bach por Cristina García Banegas) se convirtió en una importante atracción turística en Rieti.
Por más datos sobre este órgano se recomienda consultar la página http://www.organosandomenicorieti.it/, dedicada a este instrumento y su construcción.
El descubrimiento de la música italiana, y en particular los conciertos que abundaban en toda Europa en los primeros años del siglo XVIII, alteraron profundamente el pensamiento musical de Bach. Este nuevo estilo, más lírico y elegante, y las construcciones más ligeras y armoniosas tuvieron influencia no solo en sus obras vocales y corales sino también en sus composiciones para órgano. Y fue transcribiendo los conciertos venecianos que él asimiló esta nueva música. El concierto en re menor BWV 596 está adaptado del concierto para dos violines, violoncello y cuerdas Nº 11 de L’Estro Armonico op. 3 de Vivaldi. Es sin duda el más elaborado y la obra cumbre de la serie de conciertos transcriptos por Bach, y por cierto, también es una obra maestra la composición original de Vivaldi. Sin embargo, no contento con simplemente copiar el original tal cual era, Bach adapta, transforma y enriquece. No puede “dejar de ser Bach” con la música extranjera que aborda. Esto es particularmente notorio en el concierto, en el que la armonía y el contrapunto adquieren una nueva densidad que hace que esta obra para instrumentos de cuerda parezca escrita originalmente para órgano. La obra tiene cuatro movimientos: Allegro, un brillante preludio en estilo instrumental; un breve pasaje de transición modulante, Grave, introduce una enérgica Fuga a cuatro voces; un Largo, una poética Siciliana en 12/8, concluyendo con un Finale Allegro en forma de Rondeau, en el cual Bach acentúa el tono jubiloso.
Lo que se sabe del Preludio y Fuga en re menor BWV 539 deja varias interrogantes. Primero: aunque las dos piezas están juntas aquí, son muy diferentes. ¿Fueron realmente escritas una para la otra? ¿Las unió Bach mismo, o fue algún estudiante o admirador? No tenemos idea. El breve preludio, para los manuales solamente (sin pedal), ¿fue concebido para órgano? Su estilo es único en toda la literatura musical alemana de la primera mitad del siglo XVIII, y evoca el “organo pleno” de los maestros franceses. Es una pieza solemne, sólidamente compuesta, con los temas repetidos colocados en estrecha proximidad. La fuga, en contraste, es una pieza monumental, y es una adaptación para órgano de la primera sonata para violín solo. En este trabajo el compositor, a quien sabemos profundo conocedor del violín y un excelente ejecutante, es completamente fiel al original, especialmente en la trama melódica de la escritura para violín. La clave cambia de sol menor a re menor, para llevar la polifonía al centro del rango del órgano, más bajo que el del violín. Bach lo usa con ventaja para distribuir mejor las voces, desde el bajo a soprano. Con respecto a la polifonía, los acordes, que deben tocarse arpegiados en el violín, se oyen simultáneos en el órgano; las armonías sobreentendidas se ejecutan completamente, las notas implícitas del bajo están formuladas en toda su plenitud sonora. El desarrollo contrapuntístico, necesariamente restringido por las limitaciones técnicas del violín, puede florecer mejor en el órgano, de aquí que haya un nuevo contrapunto a cinco voces, con la adición de una voz de bajo y un marco contrapuntístico enriquecido con imitaciones imposibles de ejecutar en el violín. Es de lamentar que el compositor no haya transcripto también el profundamente emotivo preludio de la sonata.
Cuando Bach llegó a Leipzig en 1723, su hijo mayor Wilhelm Friedemann, que había nacido a fines de 1710, tenía solo doce años. En ese momento Bach se tomaba muy en serio la educación musical de sus hijos. Aprendían clave, por supuesto, teoría musical y composición, pero también violín y órgano. Desde muy temprano Wilhelm Friedemann estuvo a cargo de los instrumentos de teclado para la música que su padre dirigía en las iglesias y en los conciertos públicos. Para completar su preparación como organista, su padre le hizo estudiar seis sonatas en trío que había escrito para él. Sin embargo, durante este período de intensa actividad en el campo de la música religiosa, Bach no tenía tiempo para componer nuevas obras y se limitó a reunir movimientos e incluso obras enteras que habían sido compuestas mucho antes. Había obras como sonatas para bajo y dos sopranos, violín, flauta u oboe, cuyos originales se han perdido. Estas obras son particularmente útiles para los estudiantes que desean prepararse para el gran virtuosismo organístico. Con la parte superior en la mano derecha, la central en la mano izquierda y el bajo en el pedal, presentan en conjunto una perfecta interdependencia de fraseo y articulación. Estas seis sonatas en trío están consideradas actualmente como el más alto nivel académico en el estudio del órgano. La Sonata nº 5 en Do Mayor comienza con un Allegro en el más puro estilo de un concierto italiano en tres partes, siendo la tercera parte una repetición de la primera. Una sólida estructura interna sostiene los temas derivados, alegres y sólidamente construidos, con complejas ornamentaciones. El Largo central, en la menor, es una de las más emotivas meditaciones entre todas las obras de Bach, y también la más personal. ¿Una reflexión sobre alguna inquietud interior? ¿Tal vez un eco del momento en que falleció Maria Barbara, su primera esposa (1720)? Con sus descargas profundamente emocionales, sus silencios, su tono resignado, sus cromatismos que traicionan un lento y doloroso ascenso hacia la luz, es sorprendente que esta pieza no haya sido escrita como parte de una pasión o una cantata. El Allegro final parece concluir la meditación anterior afirmando que se ha alcanzado un período más alegre. Es una pieza con una estructura compleja en cuatro grandes partes, en el estilo de un rondo, con pareados alternados y estribillo. La sonata, en su conjunto, suena exactamente como un concierto.
El Preludio y Fuga en sol menor BWV 535 es una obra temprana. Con su estilo de toccata libre improvisado a partir del preludio con varios episodios, la fuga que sigue, basada en el tema del preludio y sus brillantes episodios de peroración, evoca irresistiblemente el “stylus phantasticus” de Buxtehude. Cuando tenía 20 años, el joven Bach viajó a Lübeck para escuchar al viejo maestro. Volvió deslumbrado, y las obras que compuso luego de su peregrinación llevan la marca de esta intensa experiencia. En tres partes, el preludio contiene episodios contrastantes en ritmo, armonía y composición, que van desde acordes arpegiados hasta un contrapunto formal en cinco voces reales. En la sección central hay una sorprendente escala cromática descendente que recorre los doce semitonos. Habiendo aparecido en el bajo de los primeros compases del preludio, el tema de la fuga es manejado con un característico estrechamiento del ritmo, con notas repetidas, sus quintas disminuidas y sus escalas diatónicas descendentes – elementos todos que fructifican en el discurso que sigue. Una coda muy libre lleva esta pieza a su fin, indicado por un episodio concluyente en estilo de toccata que constituye una cita del preludio.
El coral “Du Friedenfürst, Herr Jesu Christ (Tú, príncipe de la paz, Señor Jesús Cristo) BWV 1102 pertenece a una colección de preludios de coral descubierta en la Universidad de Yale en 1984. Fue legada por el coleccionista Lowell Mason, quien la había comprado en Alemania en la venta de la propiedad del organista Rinck. El volumen, de 150 páginas, había llegado a las manos de Rinck desde las del organista Neumeister, quien lo había compilado. Se descubrió que 38 de los 82 preludios de coral que contenía, eran de Bach. Solo se conocía la existencia de unos pocos de ellos. Este volumen se conoce hoy como la “Colección Neumeister”, y los corales están titulados como “Corales de Arnstadt”, en referencia al primer puesto de organista que tuvo el joven Bach en el momento en que los compuso. El coral “Du Friedefürst, Herr Jesu Christ”, un antiguo cántico compuesto por Jakob Ebert y publicado en 1601, se canta sobre una melodía que se remonta al Renacimiento. Es una invocación a la paz: “He aquí por qué, en tu amado nombre, estamos clamando a tu Padre”. Bach lo usa en la Cantata del mismo nombre, BWV 116. Para solo dos voces, está escrito en una forma muy original, en forma de alegre arrullo, con el bajo inspirado en las líneas descendientes del himno. La voz superior decora la melodía en una forma tan elaborada que resulta irreconocible. El movimiento se anima, en tresillos, en la segunda parte del himno, para invocar fervientemente el poder de salvación que el “Príncipe de la Paz” puede traer.
El coral “Liebster Jesu, wir sind hier” (Amado Jesús, estamos aquí) es un himno que se canta antes del sermón durante el servicio. El texto es perfectamente explícito: “Estamos aquí para escucharte, a ti y a tu Palabra”. Bach lo había arreglado para órgano en seis oportunidades – si es él realmente el compositor de esta versión, cuya autenticidad ha sido puesta en duda en algunas oportunidades. Sin embargo, el estilo de la escritura es claramente bachiano. Es un trío en el que sobre una base regular las dos voces superiores se desarrollan en canon y en imitaciones, así como en terceras y sextas paralelas: la señal, en términos musicales, del cristiano que sigue los preceptos de Cristo y se hace uno con Él.
De todos los conciertos que Bach transcribió para órgano, el Concierto en la menor BWV 593 es ciertamente el más famoso. Es la adaptación del concierto para dos violines y cuerdas Nº 8, proveniente de la colección titulada L’ Estro Armonico op. 3 de Vivaldi, publicada en 1711. Fue al poco tiempo de la publicación de esta obra de Vivaldi que Bach, cautivado por esta nueva música, emprendió su transcripción. Aunque podía ejecutar esos conciertos italianos en la corte de Weimar, él insistió en reducir la complejidad de la música para su propio uso, es decir, para solo los teclados y el pedal del órgano, como para dominar plenamente el discurso por sí mismo. Y el aspecto más llamativo de su trabajo es que despoja el texto original de la ornamentación escrita para violín para llegar a una transcripción depurada. Incluso aligera el tejido armónico, justificado en un conjunto de cuerdas, pero que agregaría peso a la música para órgano haciéndola demasiado densa. En contrapartida, usa nuevos elementos para enriquecer la sustancia rítmica y armónica, y desarrolla juegos de imitación en el contrapunto. El resultado de esta transcripción es una pieza soberbia, que parece haber sido escrita específicamente para órgano. Tiene tres movimientos: Allegro, muy danzante, Adagio, un ornamentado dúo solo para los manuales, y un Allegro virtuoso, que por momentos demanda el uso de doble pedal.
Bach usó solo una vez la melodía del coral “Gott ist mein Heil, mein Hilf und Trost” (Dios es mi salvación, mi ayuda y mi consuelo). Publicada en 1571 o algo después, este himno, escrito por un compositor desconocido, expresa la confianza del cristiano en el Redentor. Bach lo convierte en un trío en el que la melodía del coral pasa de una voz a otra acompañada por arabescos y decoraciones en un permanente movimiento de semicorcheas, muy adecuado para representar la tranquila seguridad del cristiano.
Gilles Cantagrel
Traducción: Jaime Camps
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